viernes, 28 de mayo de 2010

Homenaje

Hubo en Buenos Aires una narradora que con su propia vida construyó su obra. Desconocida para el gran público, Nira Etchenique se destacó en un género que perturba a más de un escritor: cuando la historia es uno mismo.

Su nombre real fue Cilzanira Edith Etchenique y nació en el barrio de Flores un 26 de marzo de 1926. Tuvo cuatro hijos: Pablo, Claudio y Gabriela, junto a Montague Adelfang; luego a Sandra con Mario Jorge de Lellis. Falleció en el atardecer del sábado 6 de agosto de este año en su departamento del barrio de Congreso. Un artículo del historiador Roberto Selles, unas líneas en Clarín y un despacho de agencia dieron cuenta de su muerte víctima de cáncer. Poco antes recibió un homenaje por parte de la Secretaría de Educación del Gobierno porteño, que publicó una breve antología para distribuir entre estudiantes secundarios. Queda aún una novela inédita que su amiga, Lucía Laragione, está empeñada en publicar.
La Vasca Etchenique dejó una obra que si bien no es numerosa, alcanzó para que escritores como Andrés Rivera, Ricardo Piglia, Ana María Shua y Griselda Gambaro la consideraran una de las mejores escritoras contemporáneas, en especial por la ductilidad con que trabajó el género autobiográfico. Desde 1952 cuando publicó el libro de poemas Mi canto caído, su producción literaria incluye casi mil cuentos en revistas femeninas como Vosotras, algunos de los cuales firmó con seudónimo para eludir la censura de los militares que la condenaban por su compromiso político y sindical. La lista continúa con Esta tierra puesta en soledad; Horario corrido y sábado inglés, Faja de honor de la SADE; los ensayos Alfonsina Storni y Roberto Arlt; Diez y punto; Sur; Ultimo oficio; Tempestad es la palabra; las novelas Persona, premio Fundación Dupuytren, y Judith querida; Vox Populi, el cuento que da título al libro ganó el premio Ciudad de Barañain, Navarra, España, y la señalada antología de mayo de 2005 para estudiantes porteños.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Los felicito de corazón. Me he deleitado leyendo todo este material tan interesante y magistralmente presentado.
Conozco de hace años a las cuatro narradoras, Betty, Carmen, Clía y Giselle y he disfrutado muchísimo los cuentos en el Tortoni. A Juan Parodi lo conozco yo, pero no creo que él a mí... yo era una cara más, mientras él se destacaba por el modo meticuloso en que estaba en cada detalle para que todo saliera impecable.
Ahora mi salud no me permite usar la escalera a la Bodega, pero me encanta estar al tanto de lo que siguen haciendo, para disfrute de quienes tienen la dicha de poder ir a ver y escuchar y pasar momentos inolvidables.
Los felicito a todos y el Blog está buenìsimo. ¡Que esto siga por muchos años más!
Un abrazo,

Nelly Murriello

Anónimo dijo...

Buenísimo material!!!!Gracias!!!!!

sirarpi himitian